Ana María Matute fue una gran contadora de historias. Los libros eran para ella como bosques misteriosos, y la escritura, una voluntad constante de adentrarse en ellos. La presente edición, ilustrada con la delicadeza y el trazo intimista que caracterizan el estilo de Elena Odriozola, rinde un homenaje a la cosmogonía de los cuentos de hadas que inspiró a la escritora barcelonesa.