La oscuridad contrapuesta al exceso de iluminación, cegador y homogeneizador, del mundo contemporáneo. Un mundo excesivamente iluminado, donde apenas queda espacio para lo recóndito y lo irracional. Sin embargo, necesitamos mantener territorios en sombra en nuestras vidas y nuestro derecho a cerrar los ojos. No para ignorar la realidad, sino para tomar distancia e imaginar otros mundos posibles.