Después del gran éxito de su novela Comanche, Jesús Maeso de la Torre regresa a los territorios de Nuevo México de Texas, Arkansas, Montana, Mississippi y California, que pertenecieron durante tres siglos al Imperio español, y revive las correrías de los dragones tras los indios, la vida en las misiones y el gran esfuerzo que hizo la Corona por mantener su influencia en el sudoeste de los Estados Unidos. Año del Señor de 1781, misión de San Gabriel, California. El padre prior, fray Daniel Cepeda, alarmado ante la oleada de asaltos de los indios yumas (cuya inequívoca y cruel firma es dejar clavados, a la vista de todo el mundo, los despojos de sus víctimas con espinas del arbusto conocido como ôrosa de Californiaö) escribe alarmado al gobernador y capitán general don Felipe de Neve solicitando el amparo de los dragones de su majestad el rey. Los indómitos guerreros yuma, entre ellos la joven Luna Solitaria, son cada vez más temibles en sus incursiones. Si antes habían sido los comanches sus objetivos de sangre, ahora eran los blancos y en especial los frailes de las misiones hispanas y quienes vivían en ella